8 nov 2013

Sleepy Hollow: Mucho más que una serie palomiteliciosa

El baremo en este blog, en cuanto a las dosis de toque palomitelicioso que podemos encontrar en una serie, se establece teniendo en cuenta que el 'nada-de-guilty' pleasure total son las 'Pretty Little Liars' y lo opuesto las ficciones como 'Sherlock'.

Clarificado este punto, 'Sleepy Hollow' estaría situada al lado de 'The vampire Diaries', y esto es dentro del saco de aquellas ficciones que aportan mucho gracias a su uso loco y descontrolado de todos los recursos sobrenaturales que a sus atrevidos guionistas se les pasan por la cabeza.

Muchos seriéfilos prejuiciosos no se han querido sumergir en la serie vampírica debido al tono general de los productos de su cadena de origen, pero también a causa del aparente desorden o falta de estructura. Os diré que se están perdiendo toda la diversión, algo que no dejarán que ocurra con esta nueva apuesta de Fox. 

Para empezar porque viene a llenar el hueco que dejó 'Fringe', lo que significa que todos los seguidores de esta serie, como buenos fans, no sólo le darán una aportunidad porque comparte creadores con la que fuera su ficción favorita, sino porque vienen preparados para armarse de paciencia.

'Fringe' empezó lenta como ella sola arrastrando capitulos procedimentales que aportaban poco más, para evolucionar hasta convertirse en una de las series más queridas. Por lo que los que recuerdan aquella primera temporada, no tendrán problema en conceder un margen amplio a 'Sleepy Hollow' para que trate de conquistarles.
 
Una ficción, destinada a luchar contra el recuerdo de la magnífica película de Tim Burton, a la que se podrá tildar de muchas cosas, pero no de aburrida o lenta, y menos de no escoger una dirección clara, por muy impensable o bizarra que esta sea.
En el piloto ya descubrimos que con el cuento de Washington Irving comparte poco más que el nombre, y que abraza sin miedo la existencia de lo sobrenatural en nuestros dias cuando Ichabod Crane, soldado de la guerra de independencia americana, despierta en el siglo XXI 250 años después de morir en combate junto al jinete sin cabeza.
Este legendario asesino se alza también y a ambos les sigue todo lo demás. 

Se destapa pues la caja de pandora, de la que surge una mezcolanza compuesta por brujas, profecias religiosas, demonios y agentes de la ley dispuestos a creer que el mal se esta extendiendo por Sleepy Hollow.
 
Y con esa sencillez y naturalidad el espectador entra en la dinámica y toma nota mental del mundo que va a presenciar, uno en el que aparentemente todo vale. 

Esta baza compuesta de posibilidades eternas, puede dar mucho juego y una larga vida a uno de los estrenos que ya se perfilaba como exitoso en el momento en que consiguió, antes que ningún otro, la renovación por una segunda temporada.

Pero el atractivo de esta serie no sólo se esconde en su planteamiento valiente y sincero, sino también en lo decente de su ambientación, en el ingenioso uso de los recursos narrativos de la imagen, y en la inegable química que irradia la pareja protagonista.

Una agente de policía de color que se ve atrapada en el relato del profesor de universidad que ha permanecido 'dormido' desde el siglo XVII, con todo lo que ello conlleva.
De este tandem surgen los giros cómicos sencillos pero efectivos, como la sorpresa del recién aterrizado en la modernidad cuando descubre que hay al menos un Starbucks por manzana, (y ahi queda esa mención clara de la marca), o lo que le divierte subir y bajar la ventanilla del coche patrulla. 

En definitiva, hablamos de una apuesta firme, con personajes bien definidos, tramas increíblemente nutridas, y un ambiente tenebroso que seduce a los fans de lo sobrenatural, pero también a aquellos que disfrutan completando su menú seriéfilo con ficciones para todos los gustos.

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