El baremo en este blog, en cuanto a las dosis de toque
palomitelicioso que podemos encontrar en una serie, se establece teniendo
en cuenta que el 'nada-de-guilty' pleasure total son las 'Pretty
Little Liars' y lo opuesto las ficciones como 'Sherlock'.
Clarificado este punto, 'Sleepy Hollow' estaría situada al lado
de 'The vampire Diaries', y esto es dentro del saco de aquellas
ficciones que aportan mucho gracias a su uso loco y descontrolado de
todos los recursos sobrenaturales que a sus atrevidos guionistas se
les pasan por la cabeza.
Muchos seriéfilos prejuiciosos no se han querido sumergir en la
serie vampírica debido al tono general de los productos de su cadena
de origen, pero también a causa del aparente desorden o falta de
estructura. Os diré que se están perdiendo toda la diversión, algo
que no dejarán que ocurra con esta nueva apuesta de Fox.
Para empezar porque viene a llenar el hueco que dejó 'Fringe', lo
que significa que todos los seguidores de esta serie, como buenos
fans, no sólo le darán una aportunidad porque comparte creadores
con la que fuera su ficción favorita, sino porque vienen preparados
para armarse de paciencia.
'Fringe' empezó lenta como ella sola arrastrando capitulos
procedimentales que aportaban poco más, para evolucionar hasta
convertirse en una de las series más queridas. Por lo que
los que recuerdan aquella primera temporada, no tendrán problema en
conceder un margen amplio a 'Sleepy Hollow' para que trate de
conquistarles.
Una ficción, destinada a luchar contra el recuerdo de la
magnífica película de Tim Burton, a la que se podrá tildar de
muchas cosas, pero no de aburrida o lenta, y menos de no escoger una
dirección clara, por muy impensable o bizarra que esta sea.
En el piloto ya descubrimos que con el cuento de Washington
Irving comparte poco más que el nombre, y que abraza sin miedo la
existencia de lo sobrenatural en nuestros dias cuando Ichabod Crane, soldado de la
guerra de independencia americana, despierta en el siglo XXI 250 años
después de morir en combate junto al jinete sin cabeza.
Este legendario asesino se alza también y a ambos les sigue todo
lo demás.
Se destapa pues la caja de pandora, de la que surge una mezcolanza
compuesta por brujas, profecias religiosas, demonios y agentes de la
ley dispuestos a creer que el mal se esta extendiendo por Sleepy
Hollow.
Y con esa sencillez y naturalidad el espectador entra en la
dinámica y toma nota mental del mundo que va a presenciar, uno en el
que aparentemente todo vale.
Esta baza compuesta de posibilidades eternas, puede dar mucho
juego y una larga vida a uno de los estrenos que ya se perfilaba como
exitoso en el momento en que consiguió, antes que ningún otro, la
renovación por una segunda temporada.
Pero el atractivo de esta serie no sólo se esconde en su
planteamiento valiente y sincero, sino también en lo decente de su
ambientación, en el ingenioso uso de los recursos narrativos de la
imagen, y en la inegable química que irradia la pareja protagonista.
Una agente de policía de color que se ve atrapada en el relato
del profesor de universidad que ha permanecido 'dormido' desde el
siglo XVII, con todo lo que ello conlleva.
De este tandem surgen los giros cómicos sencillos pero efectivos,
como la sorpresa del recién aterrizado en la modernidad cuando
descubre que hay al menos un Starbucks por manzana, (y ahi queda esa
mención clara de la marca), o lo que le divierte subir y bajar la
ventanilla del coche patrulla.
En definitiva, hablamos de una apuesta firme, con personajes bien
definidos, tramas increíblemente nutridas, y un ambiente tenebroso
que seduce a los fans de lo sobrenatural, pero también a aquellos
que disfrutan completando su menú seriéfilo con ficciones para
todos los gustos.
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