Superado el poder de convocatoria del primer episodio, este
ecuador de la temporada perdió tan sólo un puñado de espectadores congregando a
más de 8 millones y medio de seguidores, frente a los 9 de ‘TheEmpy Hearse’. Lo que significa que la serie tiene muchos fans comprometidos
dispuestos a amar a Sherlock por encima de todas las cosas.
Y lo que es más bonito, el detective ha alcanzado una
funcionalidad emocional nunca antes vista, por lo que os querrá de la misma
forma. Ahora ya no es un sociópata, sino el primo hermano del osito Winnie the
Pooh.
Fingir su propia muerte le ha hecho regresar convertido en
la viva imagen de lo que un mejor amigo debería ser, el padrino ideal pendiente
de todos los detalles, pero a la hora de la verdad sigue transmitiendo una
distancia que la mayoría no se atreve a salvar.
Volvemos al episodio ‘A Scandal in Belgravia’, que tantísimo ha
influenciado al resto de la serie, como comprobamos de nuevo con la aparición de
Irene Adler en el ‘Mind Palace’ de nuestro Sherlock. Desnuda ja! una visión
imborrable, que nos recuerda el primer instante en el que comprendimos que
nuestro antisocial favorito en realidad jamás quiso estar solo.
Simplemente nunca le habían dado la oportunidad de estar ahí
para nadie, esto cambió con la llegada de John, cuando eran ambos contra el
mundo, pero el anhelo de compañía claramente ha crecido en su ausencia de
nuestras pantallas, porque ahora no solo trata de vender a su hermano la confraternización
como lo mejor del mundo, sino que quiere pasar tiempo con una dama de honor!
No sé porque considero que nos hemos perdido algo. No sé
porque, aunque tanto sentimentalismo no me arruine el disfrute (bueno un poco sí),
no acabo de verlo.
Pero claro, soy una romántica, y se me olvida con las miraditas
que Molly dedica al padrino y la luz lila que sale de los ventanales del pabellón,
y esa flor que Sherlock lanza a Janine... ¿Cuándo se ha vuelto un pastelón
esta serie? Se lo perdonamos porque una boda tiene ese efecto en cualquiera,
pero estamos a episodio dos de tres y sigo sin sentir ese poso que deja un
capitulo absolutamente brillante.
De todas formas si dejamos el ‘oh John me has salvado la
vida tantas veces!’ a un lado, la estructura del episodio me ha convencido
mucho más. No se abusa de los complementos visuales característicos mientras nos
movemos alternativamente entre la organización y ejecución de la boda y la investigación,
dedicando a ambas el tiempo que merecen.
Así nos reímos y disfrutamos de lo lindo con la despedida de
soltero de John, con Mary preocupándose de hacer partícipe de todo a Sherlock,
y este recompensándoselo con LA feliz noticia (otro toque empalagoso), y demás detalles
que logran que un episodio de 90 minutos no solo se sostenga, sino que, a pesar
del dulzor, logre fascinarnos.
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