17 ene 2014

El Lobo de Wall Street: Ni Scorsese ni DiCaprio te harán perder la noción del tiempo


Calificación:
Tener un nombre es garantía de éxito, sobre todo si detrás del mismo encontramos películas como ‘Toro Salvaje’, ‘Casino’ o más recientemente La Invención de Hugo.

Esta última se cuestionó, a pesar de su director y sus 11 nominaciones a los Oscars (de los que se llevó 5 técnicos), por el perfil ñoño que se desprendía de lo que en realidad era una historia entrañable, muy bien contada, entretenida y, lo que es mejor, emocionante.

‘El Lobo de Wall Street’, con 5 nominaciones a estos prestigiosos premios, entre las que se encuentran mejor director, actor, película y guion adaptado, recibirá menos criticas dudosas. No sólo su director es Martin Scorsese, sino que está protagonizada por Leonardo DiCaprio y un coro de secundarios brillantes. Además, narra la historia de un bróker drogadicto y putero.

Pero de estas asunciones prejuiciosas nace la marabunta de elogios obligados, cuando en verdad no estamos ante un peliculón.

Lo primero porque la historia no está proyectada ni estructurada como para entretener durante los 179 minutos que dura. Y me diréis que esta es la extensión habitual de los films actuales, con toda la razón, pero ¿Por qué tiene que serlo? ¿No teníamos suficiente con el absurdo de Tarantino  y su ‘Django Desencadenado’ como para frenar esta espiral sinsentido de películas eternas? Ni mucho menos. Django se llevó Oscar, Globo de Oro, BAFTA y Criticts Choice, lo que para Hollywood se traduce en cantidad = éxito, cuando a este film como al que nos atañe hoy, una buena tijera le haría mucho bien.

El goce que supone ver la actuación insuperable de DiCaprio, Jonah Hill y, más brevemente pero con la misma intensidad Matthew McConaughey, la escrupulosa manera de enlazar orgías con reuniones de empresa en las que los asistentes no pueden ir más colocados y la cautivadora banda sonora de Howard Shore (‘El señor de los Anillos’, ‘El Silencio de los Corderos), nos llena la primera hora y media. Y ya.

Se me ocurre que lo mismo Martin había proyectado ‘El Lobo de Wall Street’ como una miniserie hasta que alguien le recordó que con esas no se ganan Oscars, o lo mismo pensó que después de darle vueltas a su película para otorgarle la importancia que sesudamente deben tener los productos con nombre, le encontraríamos sentido. Y así es. Si se quiere se entresaca la moraleja que pone de manifiesto la naturaleza pirata y envidiosa del ser humano. La honradez no triunfa y gustamos de bailar el agua a los personajes ladrones y de moral ligera.

De nuevo algo que en hora y media se cuenta. Ya no son las tres horas lo que me irrita, sino lo que estas perjudican a una película cuyo ritmo habría sido mucho más adecuado si la capacidad de síntesis de su director no hubiese brillado por su ausencia.

Además de esto hay otras cuestiones que no me convencen. Me parece fantástico que se muestre a lo largo de planos y planos la drogadicción del millonario, y que se incluya dicha necesidad hasta en los momentos más cruciales, pero de esto deberían extraerse unas consecuencias que no llegamos a ver.

Podríamos considerar que esas escenas de desmadre y exceso son puramente recreacionales y concluir que tenemos que admirarlas por su realización sin esperar que compongan un todo que nos llene… para eso me veo ‘Spring Breakers que tiene más claro lo que es como producto y lo alimenta con arrojo y originalidad en su narrativa.

En resumen, ‘El Lobo de Wall Street’ cuenta con una cantidad ingente de escenas escrupulosamente construidas y con actuaciones sobresalientes que ilustran una historia nada original, que termina haciéndose pesada.

Berta F. Del Castillo

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